Me interesa tenerte porque no te he tenido.
Te busco con la mirada porque no te he encontrado.
Quizá me intereses, aún no decido,
muero por decir que te he esperado.
Diciendo sandeces me mantienes cautiva.
Me tomas, me elevas y me haces a un lado.
“¿Qué pasa?”, preguntas cuando estoy pensativa,
respondo diciendo “Cuánto te has tardado”.
Escribo esto mientras espero tu llamada. Lo hago porque hoy me di cuenta de algo. No debería justificarme por lo que siento ni por como lo expreso, no debería disculparme si decido abrir o cerrar mi corazón, no debería preocuparme por decir o hacer algo si es sincero y es real.
Contigo ando de puntitas. Y no es solo porque tema que en algún momento me lastimes, creo que los dos tenemos ese miedo. Es porque no sé que pasa por tu cabeza. No puedo leer tu mente y tampoco puedo leer lo que me dices. Desde que esto comenzó ha sido confuso, intenso, contradictorio, raro, increíble, y en ocasiones doloroso y desesperante, pero hay algo que aún no logro definir que me ha mantenido aquí, pensando de más las cosas, escribiéndote este tipo de pensamientos.
Me desespero y quiero decirte que ya no me busques pero a los pocos minutos me arrepiento. Es como si me aferrara, como si quisiera que esto funcionara y por razones que aún no conozco.
Mi yo romántico cerrado y encerrado y escondido y miedoso se está asomando, con miedo y con paredes y con trabas y con vallas pero se asoma, y tiene curiosidad, y quiere saber que hay detrás de todo esto. Pero yo no puedo dejarlo si yo misma no sé que hay detrás. Tengo miedo.
Me da miedo abrir mi corazón y que me digas que tú no estás listo para recibirlo. Me da miedo que no llegue el momento en que abras tu corazón y yo me quede esperando con el mío en la mano. Me da miedo que ninguno de los dos quiera entregarlo nunca y que las cosas estén igual por no sé cuánto tiempo.
Hoy camino de puntillas temerosa; me he vuelto analítica, metódica, desconfiada… queriendo volar con un pie siempre tocando el suelo. Sacando las uñas cuando me siento amenazada, cambiando mis colores como método de protección, diciendo que si a todo, queriendo ser tuya sin serlo.