– Yo no soy un amargado. Bueno, sí lo soy. Pero igual que todos quiero pensar que podemos conseguir soluciones.
– Un clavo saca otro clavo.
– Yo no quiero que eso me sirva. Es como vomitar para bajar de peso, no solucionas verdaderamente el problema. O más bien sí lo solucionas, porque efectivamente bajas de peso, pero conlleva más problemas. ¿Sabes qué es el bouquet de un vino?
– El bouquet de un vino es su aroma terciario, lo que está detrás del alcohol y del sabor de la uva. Es la personalidad del vino, su esencia. Un buen catador diría que, sólo percibiendo el bouquet, puedes ser capaz de saber si en verdad te gustó el vino.
– Exacto. Y cada vino tiene un bouquet característico. Dicho bouquet sólo se percibe tiempo después de haber ingerido el vino, por lo que es importante no ingerir otra bebida, para poder apreciar el vino objetivamente. Tampoco puedes comparar dos vinos tomando uno después de otro, porque lo que percibas como el bouquet del segundo va a ser en realidad la suma del segundo con el primero.
– ¿Estás comparando a las mujeres con alcohol?
– Cada persona tiene su bouquet característico.
– Te estás quedando loco…
– No lo sé, ¿pero cómo percibes lo que te dejó una mujer si en seguida te metes con otra?, ¿cómo puedes saber en lo que cada una te va convirtiendo, si jamás te conoces solo?
– Creo que es tenerle demasiado respeto a Sofía.
– Es que no la estoy respetando a ella, me estoy respetando a mí. Llevo no sé cuántas mujeres recorrido y la única conclusión que saco es que podía mejorarme con la que ya no está. Me gusta una frase de Porchia: “Quien va de fuego en fuego, muere de frío”.
– Cuando hablas así hasta parece que tienes alma.
– Yo creo que me falta una. Siento que faltan tres cuartas partes de mí, y aún así, a veces parece que estoy más vivo que muchas personas que dicen estar completas.
– Por eso los animales no pueden escribir poemas ni pintar obras maestras.
– Ni bailar.
*
Mirar el cielo estrellado
es mirar guardado el ayer.
Yo lo miré contigo
pensando que era nuestro presente,
y nuestro presente lo dejamos guardar
en aquel cielo estrellado.
*
Ahora sabes que te extraño un poco.
Tu cabello debe ser más largo;
debes verte más hermosa.
No para mí…
*
La culpa es mía por tener esperanza.
Fuiste una piedra fría.
Fuiste veneno de una flor marchita.
No puedo odiarte por eso.
No fuiste nada extraordinario.
Yo sólo quería que lo fueras.
*
– La libertad consiste en perder toda esperanza, diría Palahniuk. El problema con el ser humano es que la esperanza es lo último que muere (suponiendo que muera).
– Por eso procuro ya no tener expectativas, así expando mis posibilidades.
– Es imposible no tener expectativas, para eso sirven los seres humanos. Más bien has aprendido a tener expectativas negativas y así es como te defiendes del mundo. Es por eso que Sofía no te dolió tanto como esperabas, porque siendo sinceros esperabas lo peor, digno del amor que sentías por ella.
– Bueno, lo que pasa es que no encuentro la diferencia entre tener esperanzas y tener expectativas. Esto es lo peor que me ha pasado, y sin embargo sé que me he sentido peor. Tal vez soy más fuerte ahora.
– ¿Más fuerte? Qué ridículo.
– La experiencia me protege.
– No, la experiencia te limita. Es como cuando Camila no quiso besarte cuando se reencontraron: “No te voy a besar porque sé que me sería muy difícil manejarlo”. Fuiste víctima de alguna de sus experiencias pasadas. Ese beso pudo haber sido la chispa que avivara todo, o lo contrario, la última vez que se besaran en sus vidas. Ambos casos hubieran sido un final más digno. ¿Qué más hubiera dado? ¿Qué podían perder al besarse?
Si la lucidez desemboca en la inacción, ¿no se volvía sospechosa, no encubría una forma particularmente diabólica de ceguera? – Cortázar, Rayuela.
… Al final ninguno le escribió al otro y lograron olvidarse de todas formas, pero sin beso. Se cerraron una puerta de forma innecesaria, cuando la vida consiste justamente en lo contrario. Ahora, yo te pregunto, ¿es entonces la experiencia un buen maestro?
– Jódete.
– La experiencia es una costra que te protege, el problema es que no es selectiva. Te protege de lo malo, pero también de lo bello. Crees que aprendes de la vida, pero desarrollas malos hábitos: te enamoras sin ilusionarte, amas con miedo y olvidas con prisa. Eso es la experiencia. Sufres y ríes, pero aprendes a no llegar a las lágrimas en ambos casos, ¿no es triste? Aprendes a vivir esquivando lo efímero cuando la vida es lo más efímero que existe. La experiencia, pues, es el filtro más defectuoso. Evita que percibas las cosas en su forma más pura, en su estado natural y con su verdadera esencia: no percibes el bouquet. ¿Es eso vivir completamente? ¿Acaso no es mediocre?
– Me parece demasiado romántico, un tanto idealista.
– Lo que pasa es que lo digo por experiencia.
—
Pedro dejó de mirarse al espejo. Discutir así aporta ideas, pero uno nunca soluciona nada.
Insisto en que lo mejor es el poema.