No sé qué me pasa, la hoja en blanco me aterra. Antes llegaba a ella sin miedo, agarrando fuerte la pluma; insegura de lo que resultaría, pero confiada en que de algo valdría la pena. Así fuera un poema sin rima o una historia sin pies ni cabeza al menos había tatuado letras en el papel. Hoy, y desde hace unas semanas, estoy paralizada. Quise…