Cambiar Al Mundo

Autor invitado: TresCatorce

Cambiar al mundo

Brevísima reflexión en torno a los alcances e influencia del arte.

Cambiar al mundo no es una tarea que le competa exclusivamente a aquellos dedicados a la política, las relaciones internacionales o la economía. Históricamente pareciera que existe un único frente de lucha (el político) para conseguir una transformación de las deleznables condiciones de vida a las que la mayoría de la población se ha visto sujeta. Lamentablemente, dicho frente está desgastado, sobreexplotado. A nuevos tiempos le corresponden nuevas formas de emprender revoluciones. Ya no podemos seguir pensado únicamente en términos de izquierdas o derechas, ni esperar a que la mesiánica clase obrera nos conduzca a un mundo mejor. No. Cambiar al mundo exige llevar la batalla a otros terrenos. Uno de ellos, sobre el cual yo propongo encausar nuestros esfuerzos, es el arte. No por otra cosa sino porque el arte ya cambia al mundo.

Tras varios años de educación (formal y/o informal) estamos perfectamente entrenados para mantener relaciones directas entre el objeto que vemos y su significado. Bajo este continuo y reforzado proceder instrumental es que nos hemos hecho de una estructura lingüística con la cual apreciamos y volvemos comprensible el mundo que nos rodea.  Dicha estructura corresponde a los límites del pensamiento. Quebrarla o ensancharla parce una misión titánica que, sin embargo, es posible a partir del arte.

El arte nos conduce a vivir una experiencia estética inefable. Razón por la cual ocurre un rompimiento entre nuestro campo lingüístico y lo que en nosotros está aconteciendo. Nos desprendemos momentáneamente del mundo y su sentido para luego regresar a él y aprehenderlo de una forma distinta, estableciendo nuevos significados en nuestro lenguaje.

Una vez apaciguada la emoción y el sentimiento de la experiencia estética, encasillamos aquella sensación bajo los márgenes de nuestro campo verbal que ha sido ensanchado. En caso de que los límites no hubieran sido redefinidos, dicha tarea resultaría imposible puesto que nuestro lenguaje no bastaría para explicar y describir lo anteriormente sentido: es como intentar meter en un molde aquello que tiene una forma incompatible con el molde mismo.

De esta manera se profundiza en el significado de nuestras palabras para volver comprensible lo que hasta entonces no lo era. Reacomodamos y estiramos la estructura con la que apreciamos la realidad, ganando ésta en complejidad. El mundo cambia a razón de que cambia nuestra forma de verlo. Nos hemos hecho de un “lenguaje observacional” que profundiza nuestra perspectiva sobre el lugar que habitamos y suma en posibilidades para emprender nuevos juicios.

Aunado a ello, surge una nueva transformación del sujeto en cuanto a la forma de visualizarse a sí mismo, es decir, de entender su existencia.

El sujeto que pasa a concebir  su existencia de una forma distinta, toma una nueva postura ante la vida. Su anterior pasividad en un devenir que parecía arrastrarlo tranquilamente, ya no tiene lugar. Hace una pausa dentro del torrente descomunal de acontecimientos para cuestionarse sobre su propia existencia, para dudar de su papel en el mundo. Razón por la cual se torna consiente de sí mismo y, por lo tanto, de su capacidad de acción. Ante él surge la oportunidad de frenar su actuar en la reproducción de este orden que sólo degrada la vida humana. Y tiene tal oportunidad porque no sólo es lo que le tocó ser ni tampoco quien se supone que debería de ser, sino quien él decide ser. Es por ello que ya no existe como mero remanente de las condiciones históricas presentes, sino como sujeto con la capacidad de autodeterminarse. Ha logrado trascender fuerzas coercitivas de la sociedad para erigirse en sí mismo, ha tomado las riendas de su vida para ser actor de su propia historia y cambiar al mundo donde vive.

Así se cambia al mundo. Así lo hace el arte.

TresCatorce.

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1 Comment

  1. Anónimo mayo 13, 2013 at 6:24 pm

    La entrada es magnífica. Lo único cuestionable, en mi opinión, es el primer párrafo. Se critica al hecho «de esperar a que la mesiánica clase obrera nos conduzca a un mundo mejor», por ejemplo. Es evidente que lo anterior es una utopía, pero al encasillar al arte como posible solución, ¿no se está cayendo en una utopía igualmente?

    Si el arte puede llegar a ser una solución, ¿entonces se está asumiendo que todas las personas somos capaces de crear arte? y si sí, ¿Es eso cierto?

    Yo no lo sé, sólo comento jaja. Me gustó mucho la entrada. Abre la mente, aporta ideas y genera preguntas, que, al final, es lo que hace que algo valga la pena.

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