La historia de la escritura de la historia en México siglo XIX
A falta de una cohesión e identidad histórica en general de nuestra patria y país residente, México. Se han suscitado, y han nacido a lo largo de los últimos tres siglos, una serie de condicionantes que han ido, y seguirán determinando la manera, o forma de percibir la historia de México. Los historiadores, y su intento por plasmar la actividad histórica a lo largo del siglo XIX, es el tema central que trataré de abordar y explicitar lo más nítidamente posible a lo largo de este trabajo. “Los autores que nos ocupan pertenecieron a dos generaciones y sus obras más relevantes aparecieron entre 1848 y 1884, fechas que nos han permitido delimitar una etapa”[1].
Es ya conocido por la mayoría de los apasionados en materia histórica y filosófica, que después de la guerra que se suscitó en 1848 se llevaría a cabo una reflexión (natural) de la falta de identidad como nación mexicana. El término Nación surgió en el discurso político de la Revolución Francesa, aunque el concepto se iría desarrollando a lo largo del siglo XIX, símbolo de la creación de los Estado-nación. La historiografía europea creció vinculada con el compromiso de su construcción.
Las características que influyeron fue la libre actuación de la burguesía en el poder político, uno de los hechos sociales preponderantes, así como la aparición de la “individualidad histórica”. Bajo este concepto se erige en contra de las tendencias generalizadoras y universalizadoras; el principio de lo particular a lo singular. La idea de Nación como individualidad, como sujeto con un doble significado que afecta tanto al individuo persona, como a la individualidad nacional. Es por esto que historiadores ya hoy exquisitamente conocidos, como lo fueron Lucas Alamán y Luis G. Cuevas, tomaron la decisión de darse a la tarea de escribir el camino (en bajada) que tomo México, a partir de una supuesta guerra de independencia. “Fue también entonces cuando los miembros de la generación posterior, empezaron a mostrar su preocupación por los hechos que acababan de vivir, como fue el caso de los quince autores de Los Apuntes de la guerra entre México y Estados Unidos, y a plantear propuestas para la regeneración del país”[2].
Los Apuntes de la guerra entre México y Estados Unidos, se publica en 1848. La trama de este libro es desarrollada por muchos ilustres escritores que llegaron de todas partes. Militares, políticos, periodistas y escritores que se reunían en tertulias para discutir los últimos sucesos de la situación nacional. En una de ellas, en la que participaban personalidades como Guillermo Prieto, José María Iglesias, Manuel Payno e Ignacio Ramírez, entre otros, se tomó la iniciativa de elaborar una obra que recuperara las impresiones de testigos de las batallas, así como de aquellos hombres que durante la guerra tuvieron a su cargo trabajos de diversa índole. La discusión del material reunido dio como resultado estos Apuntes, obra que enriquece la historiografía sobre una de las etapas de mayor dificultad por las cuales tuvo que atravesar México.
Lucas Alamán funge como uno de los precursores (a mi manera de verlo), de una larga lista de ilustres escritores, y pensadores mexicanos que escribirían la historia de México (impulsados principalmente por los dos puntos que ya mencione: la intervención estadounidense en 1848, y a consecuencia de ésta, la falta de identidad como nación). Alamán, nace en el estado de Guanajuato en el año de 1792 donde estudiaría en escuelas católicas, y moldeado de entre una familia de adinerados españoles que se dedicaban a la minería. El pensador mexicano hace un importante viaje a Europa, y a su regreso es designado con los cargos de diputado y encargado de la secretaria de la junta de salud pública, eventualmente sería secretario del despacho de relaciones exteriores, e impulsaría la creación del Museo de Historia Natural de la Ciudad de México, y el organismo del Archivo General De La Nación. Lucas, muere en el año 1853, mismo año en el que se publica la obra “Los Mexicanos Pintados Por Si Mismos”, obra en la cual se analiza el desarrollo del costumbrismo de corte romántico que generó una serie de publicaciones ilustradas cuyo tema central fue el de los tipos populares, que influyó en la producción literaria y gráfica de México durante la primera mitad del siglo XIX; hace notar que el modelo impuesto por Inglaterra, Francia y España, era el que México pretendía copiar. Esta obra fue escrita por diversos autores: Hilarión Frías y Soto, Juan de Dios Arias, José María Rivera, Ignacio Ramírez y Pantaleón Tovar. Este mismo año nos regalarían un muy buen número de pensadores, y por supuesto ilustres mexicanos; un trabajo exhaustivo que consistía en revelarle a los mexicanos que no solo compartían la misma tierra ,trata de explicitarle al mexicano de la época, que hay toda una serie de acontecimientos de índole histórica, y evidentemente cultural que nos unen como mexicanos . Esta magna obra se llamo “Diccionario Universal De Historia y Geografía” el cual fue dirigido por el ya mencionado escritor Lucas Alamán. 1853 suscito varios acontecimientos de gran impacto en México, este mismo año Antonio López de Santa Anna se autonombraría “Alteza Serenísima”, hecho que en gran parte también influiría para el comienzo de la realización de una obra que se publicaría hasta 1884 llamada “México a través De Los Siglos”, compuesta básicamente por pensadores de una generación posmoderna al conservador Lucas. Esta generación fue la de: Manuel Orozco y Berra, y Joaquín García Icazbalceta. Manuel Orozco y Berra nace en el año de 1816 y colabora en la magna obra del “Diccionario”, funge como secretario del gobierno de Puebla y cuenta con el incondicional apoyo del entonces emperador Maximiliano I , es él quien lo emparenta con los trabajos de índole cultural, y le otorga la responsabilidad de llevar el control del Museo Nacional. Sus principales obras son: “La Historia Antigua y Conquista de México” y “Carta Hidrográfica del Valle de México”. Un poco contemporáneo a Manuel, y que nos obliga a mencionarle; es el reconocido Joaquín García I, él nace en 1825 , también perteneciente a una familia española , por lo cual tiene que regresar a Cádiz España , después de haberse decretado diversas leyes, las cuales obligaban a los españoles que radicaban en México, a salir del país. Una vez que se hubieron calmado los ánimos, Joaquín, regresa a México en 1836 donde conocería a Lucas Alamán , e ingresa a la Academia Mexicana de la Lengua , donde estudiaría su carrera de filología. Entre sus principales obras se encuentran la “Colección de Documentos para la Historia de México” publicada en el año 1858, e igualmente colabora en la construcción del “Diccionario”, realiza una traducción que le hace a William H. Prescott en su “Historia de la conquista del Perú” y publica en 1881 “Don Francisco Juan de Zumárraga, primer Obispo y Arzobispo de México”.
En 1854, a consecuencia del deficiente y absolutista manejo de Santa Anna en el país “estalla la revolución de Ayutla que, después de un año y medio de lucha contra las fuerzas santannistas, llevó a una nueva generación, acaudillada por los liberales, al poder. Éstos trataron entonces de instrumentar su propio proyecto de nación”[3]. Como consecuencia de esta serie de movimientos, se comienza a trabajar en una nueva constitución que en 1857 sería impuesta. A la cual Ignacio de Comonfort se opone con gran enjundia, y suscita un estado en “Guerra Civil”, alrededor de 1858. Después de tres años en estado de guerra civil, Benito Juárez emite las leyes de reforma la cual proponía separar al estado de la iglesia y viceversa. Nos encontramos entonces inmersos en cinco largos años, donde nace una intervención europea en México, en la que participaron las naciones de, Inglaterra, España y por supuesto, Francia (1858 – 1864) . Con el afán de imponer a Maximiliano de Habsburgo. Para 1867 el grupo formado por los liberales se ve quebrantado por luchas internas y revueltas, las cuales eran protagonizadas por el general Porfirio Díaz, éstas tuvieron éxito, y para 1876 comienza la época mejor conocida como el Porfiriato; la cual daba la impresión de comenzar por un muy buen camino. Los historiadores que pretendieron (y lo hicieron) colaborar con la escritura de ésta emergente nación (aún sin identidad) tuvieron que vivir toda esta serie de sucesos, los cuales (pienso yo) delimitaron de cierta forma su manera de escribir la historia . Se les puede dividir en dos generaciones, los que pertenecieron a la de la Reforma (1810- 1824) y los que pertenecieron a la generación mejor conocida como: “Tuxtepecanos para utilizar los términos de Luis González y González”[4], ésta es la generación que albergo a escritores de la talla de, José María Lafragua , Manuel Rivera Cambas , Ignacio Manuel Altamirano , e incluso un estadounidense de nombre Hubert H. Bancroft.
José María Lafragua nace en la ciudad de Puebla en el año 1813, este personaje fungiría como director de la Biblioteca Nacional, puede decirse que son obra exclusivamente suya, los códigos Civil y de Procedimientos Civiles de su época, aparte de la eficaz colaboración que prestó en la redacción del Código Penal. En unión de Manuel Payno e Ignacio Ramírez, tradujo numerosas piezas dramáticas francesas y fue autor de diversos trabajos históricos. Dejó inéditas sus Memorias intimas y gran parte de su labor literaria permanece en los periódicos de la época. Otro gran ejemplo, y de la misma generación en la que se coloca, José María Lafragua se da a conocer el respetado Manuel Rivera Cambas nacido en 1840 en el estado de Veracruz . Manuel Rivera, opta por estudiar minería. Pero tiempo después descubre la necesidad de escribir, y bajo el estímulo de conversaciones con viejos lugareños, escribe la Historia de Xalapa lo que lo consagra como una obra nunca antes intentada, rescatando el pasado de la ciudad, escribe: Historia Antigua y Moderna de Xalapa y de las Revoluciones del Estado de Veracruz, donde encuentra su verdadera y definitiva vocación de historiador. Ya con dinero, Don Manuel decide hacer una gran biblioteca y en sus últimos azarosos años se da a la tarea de publicar las obras de: “La Historia de la Reforma Religiosa Política y Social de México” , “México pintoresco, Artístico y Monumental”, y por ultimo escribiría: “Historia de la Intervención Europea y Norteamericana en México”. Don Manuel Rivera , estudiaría en el famoso (entonces) Liceo Hidalgo , fundado en el año de 1850 , donde impartiría clases a un lado de personajes meramente influyentes en la historiografía mexicana, igual que Don Manuel , Ignacio Altamirano se daría la oportunidad de estudiar en el mismo liceo , al igual que lo harían, Zarco (“el cual fue su primer presidente”[5]), Roa Bárcena, García Cubas ,y no podíamos dejar a un lado al famoso ,Anselmo De la Portilla.
Ignacio Altamirano nacido en 1834 , y forjado en una familia indígena , aprende a escribir y hablar castellano a la edad (aproximadamente) de 14 años. Siendo un alumno destacado de entre los de su clase , consigue una beca para estudiar en el Instituto Literario de Toluca, y este es influenciado (tiempo después), por obras magnas como la que fue la del “Diccionario”, para sentar las bases para la elaboración de lo que sería uno de los periódicos literarios más importantes de la época (1869), al que llamaría “El Renacimiento”, dirigido por él , y junto con la colaboración de otros siete autores: Prieto, Payno, De la Portilla, Zamacois, Orozco y Berra, Roa Bárcena y García Cubas. Ignacio Altamirano logra difundir la revista con la intención de que tanto viejos como jóvenes mexicanos interesados en la literatura y política mexicana , tuviesen entonces un espacio propicio para publicar sus obras y pensamientos. Y con él se iniciaría el auge cultural posterior a la definitiva restauración de la supuesta Republica. “Me parece interesante indicar que, si bien el Archivo General de la Nación y la Biblioteca Nacional habían sido fundadas – y refundadas – en varias ocasiones anteriores a nuestra etapa, fue gracias a la labor desarrollada por Ramirez, Lafragua, García Icazbalceta y Orozco y Berra que estas importantes instituciones para la investigación histórica se convirtieron en una realidad”[6]. Todos estos autores , cabe mencionar que fueron hombres devotos y dedicados a la eterna difusión e investigación de temas que radicaban en materia meramente política , es decir que la historiografía mexicana del siglo XIX (hasta donde hemos estudiado) parecería ser una historiografía fundamentalmente política.
Se podría hacer una notable distinción de entre las generaciones de ilustres mexicanos. Es decir, la primera generación fue influenciada por la intervención Estadounidense en México , hasta la intervención francesa . La segunda generación se ve influenciada por las revueltas internas en el país y bien el afrancesamiento de la sociedad porfiriana. “México habría podido combatir la intervención política de la Francia; pero será impotente para combatir la intervención moral. Vestimos a la francesa, comemos a la francesa, vivimos a la francesa, pensamos a la francesa”[7]. Esto nos les parecía raro ya que la mayoría de los ilustres de la época , habían sido influenciados directamente por autores franceses tales como: Rousseau, Voltaire, Diderot, D´Alembert y Volney.
Por otro lado , se comenzaron a ver destellos de ilustres escritores de la talla de Manuel Larrainzar y José María Iglesias, por intentar escribir, y comprender un poco de lo que es la teoría de la historia. Es así como Manuel Larrainzar intenta en su obra “Algunas ideas sobre la historia y manera de escribir la de México” la cual expone la declaración de la independencia (1821) hasta 1865. “citando obras que seguramente tuvieron importancia en el siglo pasado y que hoy en día nos son prácticamente desconocidas, como: Discours sur L ´utilité de l´historie de Tresseal , y, De la manieré d´écrire l´historie”[8]. Manuel Larrainzar nace en el estado de la actual Chiapas en 1809 , devoto del bando conservador , paso a ser senador y diputado repetidas veces, fungió como diplomático representando a su país en naciones como Dinamarca , Rusia y Suecia. Fue un escritor fecundo, su obra se encuentra dispersa en periódicos, folletos y libros, su obra cumbre escrita en Estados Unidos fue su «Análisis del dictamen de la comisión de negocios extranjeros del Senado de la República». En materia de historia es importante su «Noticia histórica del Soconusco y su incorporación a la República Mexicana». “Don José María, por otro lado, en su obra inédita El estudio de la historia, se refirió a las corrientes evolucionistas de la historia, indicando la importancia de Augusto Comte, Herbert Spencer y un discípulo de éste, Henry Thomas Buckle. Iglesias parecía estar convencido, en los últimos años de su vida , por estos teóricos, por lo que sostuvo que los acontecimientos humanos estaban sujetos a las leyes y que la historia era una ciencia”[9]. La idea que se puede hallar rápidamente en común , en todos los autores ya mencionados , es la de progreso. Sabemos que la mayoría de estos pensadores portaban una educación ilustrada. Para algunos como Zarco, la ley de la historia era la que triunfaría, haciendo una simple sustitución de lo antiguo a lo nuevo, “que la costumbre se modifique y se perfeccione en un sentido progresivo”[10]. Para otros , los más apegados e influenciados por la corriente romántica (Ignacio Altamirano , por ejemplo) , existía una contundente relación entre la religiosidad , es decir el cristianismo. Y los principios revolucionarios , libertad, igualdad y fraternidad. “ En este sentido también podríamos decir que estuvieron influenciados, por el positivismo al tratar a la historia como una ciencia”[11], Otra gran influencia en todos estos historiadores mexicanos es la gran obra (del ya mencionado) de William Prescott, La Historia de la Conquista de México.
Se hace muy notable que la búsqueda por la verdad se volvería una obsesión para la mayoría de nuestros autores. “El historiador debía de atenerse a los documentos y ser totalmente objetivo e imparcial al escribir su discurso histórico”[12].Se comienza con el afán de hacer verídico cada documento que se redactaba , por lo que se comienza a recurrir mucho a los apartados y notas al pie de página. De esta forma, dándole una pizca más de veracidad, para aquel que todavía duda.
Otro grupo se dedicó a asociar humanamente la geografía con la historia , debido a su relación en el espacio, y el tiempo. No se podría llegar a la verdad ; solo si se hiciera una seria compilación para conocer a fondo los orígenes .”A su parecer, sólo la construcción de un discurso histórico integrador , basado en el método científico, serviría a la causa nacional”[13].
Una vía alterna que se implementó para la construcción de esta falta de identidad nacional , que hemos mencionado a lo largo del trabajo. Fue la de decretar a través de una ley que la enseñanza de la historia debía ser obligatoria empezando desde nivel básico, como en la recién fundada Escuela Nacional Preparatoria. Pero no fue, sino hasta mediados de los ochentas o noventas cuando se uniformó la enseñanza de la historia a nivel república. “La única manera de construir un discurso histórico integrador de la nación era corrigiendo la contraposición del México prehispánico y el colonial, se tenía que concebir al ser nacional como la suma no como el antagonismo de estos dos pasados”[14]. Después de 1869 , una vez establecida la república , es cuando se retoma este arduo trabajo y se publican cursos, y obras de misma índole. Unos ejemplos de estas últimas obras serían: Historia de la civilización en México ( impartida por el profesor Altamirano), Obras sobre México, libro que publica Larrainzar en 1870, Estudios sobre la historia general de México, libro que publica el zacatecano Ignacio Álvarez alrededor de los años 1875 y 1877, el cual está divido en seis grandes tomos; y por finalizar con un ejemplo distinto, optare por mencionar la obra que se publicaría en 1880 y 1886, por el ya también mencionado estadounidense Hubert H. Bancroft, “History of Mexico”.
[1] Historiografía Mexicana , “En Busca de un discurso integrador de la nación, 1848-1884”, Universidad Nacional Autónoma De México, México 1996, p.9
[2] Historiografía Mexicana , “En Busca de un discurso integrador de la nación, 1848-1884”, Universidad Nacional Autónoma De México, México 1996, p.p.10-11
[3] Historiografía Mexicana , “En Busca de un discurso integrador de la nación, 1848-1884”, Universidad Nacional Autónoma De México, México 1996, p.11
[4] Historiografía Mexicana , “En Busca de un discurso integrador de la nación, 1848-1884”, Universidad Nacional Autónoma De México, México 1996, p.13
[5] Historiografía Mexicana , “En Busca de un discurso integrador de la nación, 1848-1884”, Universidad Nacional Autónoma De México, México 1996, p15
[6] Historiografía Mexicana , “En Busca de un discurso integrador de la nación, 1848-1884”, Universidad Nacional Autónoma De México, México 1996, p.17
[7] Ignacio M. Altamirano, “Crónica de la semana”, El Renacimiento, 3 de julio de 1869.
[8] Historiografía Mexicana , “En Busca de un discurso integrador de la nación, 1848-1884”, Universidad Nacional Autónoma De México, México 1996, p.p 21 y 22
[9] Historiografía Mexicana , “En Busca de un discurso integrador de la nación, 1848-1884”, Universidad Nacional Autónoma De México, México 1996, p.20
[10] Historiografía Mexicana , “En Busca de un discurso integrador de la nación, 1848-1884”, Universidad Nacional Autónoma De México, México 1996, p.21
[11] Historiografía Mexicana , “En Busca de un discurso integrador de la nación, 1848-1884”, Universidad Nacional Autónoma De México, México 1996, p.p 22 -23
[13] Historiografía Mexicana , “En Busca de un discurso integrador de la nación, 1848-1884”, Universidad Nacional Autónoma De México, México 1996, p.25
[14] Historiografía Mexicana , “En Busca de un discurso integrador de la nación, 1848-1884”, Universidad Nacional Autónoma De México, México 1996, p.27