Espontáneo

Hoy platiqué con la pelirroja; el problema es que no es pelirroja natural, pero aún así me siento cómodo con ella. Estudia física por procesos espontáneos, sus ojos son lindos y su piel es demasiado blanca. No me gusta, pero me gusta su presencia.

– El problema con el amor es que el amor es el problema. Lo mismo con la vida y con las galletas de naranja que me estoy comiendo. Hubiera sido mejor no comer estas galletas porque ahora no quiero que se terminen, (¿qué fácil no?). Pensar que la vida ya no vale cuando empiezas a extrañarla.

– Es de gordos evidenciar a la vida con galletas de naranja – me dijo ella.

A veces tengo la certeza de que la vida no tiene sentido ni evidencias, pero uno nunca sabe. Lo que pasa es que la vida existe y lo que existe debe ser consecuencia de algo. La espontaneidad pura es un mito. Cuando sucede algo es porque alguien aplicó la energía suficiente para que eso sucediera, o en palabras de Newton: “Todo objeto continuará en su estado de reposo o movimiento uniforme a menos que sea obligado a cambiar ese estado debido a fuerzas que actúen sobre él”. O en mis palabras de nuevo: si quieres que algo cambie no te puedes quedar sin hacer nada.

– ¿Por qué no nos besamos? – le pregunté.

– La verdad preferiría que fuera espontáneo…

Cuando te parece que algo está sucediendo de forma espontánea, algo como un beso, es porque la otra persona fue la que hizo todo el esfuerzo, la que lo planeó todo. Espontáneo no fue ni será nunca. Tú lo percibes espontáneo porque eres hermosa y ese es tu trabajo, pero no estás viendo la realidad conjunta. Te estoy mostrando el secreto que las mujeres desconocen, de lo que los hombres se aprovechan: lo premeditable. Y cuando dos personas se besan jamás será un proceso espontáneo, porque dos segundos antes fue cuando tuvieron ganas de besarse, y esas ganas las provocó algo cuatro segundos previos. En algún punto, si se sigue la cadena de dominós hasta el principio, uno de los dos fue quien provocó todo. Uno de los dos lo pensó, pecó, lo predispuso. Si tú no eres esa persona entonces te parecerá que fue espontáneo.

– Cuando yo te propongo que nos besemos es porque me nació, y es lo más espontáneo que vas a tener. A partir de ahí todo es consecuente y depende…

El beso comenzó.

——

Siguiente punto: mentir no significa no decir la verdad.

En términos prácticos la verdad absoluta no existe, por lo menos, en el mundo como lo vivimos. Podemos pensar lo que queramos, pero para poder interactuar con el mundo y sacar conclusiones hay que ser pragmático. No existe persona que pueda expresarse mediante la verdad absoluta por el simple hecho de que es imposible contar las cosas exactamente como sucedieron. Tanto el que cuenta como el que escucha son humanos y el hombre no es objetivo por naturaleza. Es común saltarse pasos y omitir detalles que creemos superfluos. Es más, si quisiéramos ser totalmente específicos con nuestra historia, probablemente aburriríamos a quien la escucha.

Tampoco podemos decir que como la verdad absoluta no existe entonces todos somos mentirosos (o que, en su defecto, nadie lo es). De nuevo habría que ser prácticos. El error es que la gente comúnmente piensa que mentir es el contrario de decir la verdad, cuando eso no siempre es cierto. No decir la verdad no siempre significa mentir y viceversa. En realidad, son independientes, pues mentir sólo significa engañar, y si de engañar se trata, hasta la verdad sirve.

Ejemplo: El problema con el que no sabe que está mintiendo es que, por definición, no está mintiendo. Ni siquiera puede sentir culpa o remordimiento al respecto, porque aunque no diga la verdad, no está queriendo engañar a nadie. Los malos asesores de ventas, las amigas que dan malos consejos y algunos enfermos mentales faltan a la verdad así, pero no podemos calificarlos de mentirosos. Para mentir es necesario tener consciencia de que se está mintiendo, ya que mentir implica decidir mentir… valga la redundancia.

Los actores son otro ejemplo adecuado: el trabajo de un actor es interpretar algo que en realidad no es, o en otras palabras, faltar a la verdad. Sin embargo no sentimos que nos estén mintiendo, porque sabemos que son actores. Nosotros mismos, al ir al teatro, sabemos que veremos algo que no es verdad, así que nadie nos está engañando, y si sí, es porque nosotros mismos pedimos ser engañados. Otro ejemplo de que faltar a la verdad no siempre es mentir, pues mentir implica sacar ventaja de la situación.

En realidad no siempre es determinante si se dice la verdad o no. Como en la práctica la verdad nunca es absoluta, lo que verdaderamente nos importa es que no nos engañen. Aquellos que dan un mal consejo sin saberlo, los actores y algunos enfermos mentales podrán decir cosas que falten a la verdad, pero no son mentirosos porque su fin no es engañarte con alevosía y ventaja. Es más mentiroso aquel que, cuando es cuestionado, dice la verdad pero reteniendo cierta información al respecto. No es necesario decir mentiras para engañar, a veces con no decir la verdad completa es suficiente.

Mentir significa engañar. Es cuando sabes que estás haciendo entender a una persona algo diferente de lo que esa persona cree que está entendiendo, estés diciendo verdades o no. La culpa es signo inequívoco de haber mentido: nada es espontáneo.

El mejor mentiroso es el que puede engañar con la verdad.

——

Quisiera poder ir por ti y llevarte a donde todos los flamingos reposan; no me importa que nadie entienda el verso anterior, porque contigo me sobra. El problema es que llevo queriendo hacer eso desde enero y nunca pude.

Todos los días quiero escribirte y amarte y besarte. Tengo recuerdos de chile piquín en tus labios. Uno no quiere melancolizar su propio estado, pero lo evocas. Tengo reminiscencias tuyas por doquier. Ahora sí tendría mucho que contarte, porque cuando no tengo amor soy demasiado.

Querer olvidar es recordar. Y yo no quiero olvidarte nunca.

——

Ya se terminaron las galletas de naranja.

——

Siguiente punto: el problema de las últimas veces.

Me causa mucha tristeza pensar que a mis veinte años ya hay cosas que hice por última vez. Más de las que imagino. El problema es que no puedo saber cuáles son, por lo que ahora me dedico a pensar que, como nada se repite igual, todas las veces son últimas veces. Así, cada vez que disfruto mucho un momento pienso que será la última vez, y no sé cómo ni por qué, pero las cosas se vuelven reales a partir de eso. Por otra parte, así siento que la vida no me miente, porque jamás podré saber la verdad, pero puedo intentar no vivir engañado. En realidad es lo segundo más que lo primero.

Imagino que veo la película de mi vida, que puedo seleccionar los capítulos y que decido ver la última conversación que tendré con mi padre, o la última vez que haré el amor. Imagino lo de la película porque mientras recorro mi vida – o mientras la vida me recorre – no tengo forma de saber cuándo sucederán esas cosas, pues no hay nadie que me avise. Incluso puede que hayan ocurrido ya, pues todos podemos morir mañana; sucederán y sólo estando en mi lecho de muerte me daré cuenta de que ya fueron esas últimas veces, jamás podré saberlo antes.

Nuestra primera vez es valiosa porque lo sabemos, pero creo que nuestra última vez sería aún más valiosa si tuviéramos la ventaja de poder saber que será la última (así como tuvimos consciencia de la primera).

He dicho a tantas personas esto de las últimas veces que ya hasta lo vi nadando por twitter. De todas formas no es completamente mi idea, me nació leyendo a Porchia. Las mejores ideas no pueden surgir de forma espontánea, y si Porchia siguiera vivo le preguntaría que de dónde le surgió la idea, para leer a esa persona también.

——

Es como cuando caminábamos por Acoxpa:

– Acompáñame a sacar dinero del cajero.

– Qué harías si ahorita el tiempo se detuviera y todo lo que está a tu alrededor, incluyéndome, se congelara. Qué harías si, después de eso, vieras a lo lejos a un señor con sombrero, bigote y bastón acercándose tranquilo a donde estás parada. Y mientras el mundo está congelado a tu alrededor, el señor con sombrero te susurra de forma tranquila:

“Tu novio sólo te acompañará al cajero diez veces en toda su vida, ya llevas una”.

Luego el señor desaparece y el mundo se descongela como si nada hubiese pasado.

– ¿Qué?

– Es un juego, sólo dime qué harías a futuro…

– Pues no tengo porqué creerle al señor con sombrero.

– Y sin embargo sería el suceso más extravagante y sinsentido que hayas vivido. Probablemente nunca lo entiendas, ¿en verdad lo ignorarías?

– No. Es demasiado extraño como para ignorarlo.

– ¿Y qué harías?

– Jamás te pediría que me volvieras a acompañar al cajero, lo haría yo sola, puedo vivir con eso.

– ¿Ni aunque tuvieras una emergencia?

– Tal vez por un par de emergencias, pero jamás dejaría que me acompañaras más de nueve veces.

Entonces la besé y le dije lo hermosa que me parecía. Aquello terminó tiempo después y mientras escribía esto, ahora, recordé que esa fue la única-primera-última vez que la acompañé al cajero; hubiera sido curioso tener consciencia de ello.

Me pareció mencionable. (?)

——

Estoy atiborrando todo con cursilerías sinsentido. Lo que pasa es que todo me recuerda a ella, y de vez en cuando tengo que escribir en un blog, eso es lo que pasa. Ni siquiera me consta que el amor exista. Sé que te pienso mucho, pero me parece tan normal que le resto importancia. El punto del amor es que sea especial, y el cliché de que todas las canciones me recuerdan a ti, y los besos y mi cama y cuando paso por tu calle me parece demasiado monótono. Un amor especial no debería provocar lo que los otros amores provocan a las demás personas. Un amor especial debería provocar algo que lo distinga de los demás, porque como es especial, no puede ser más de lo mismo. Sé que lo que pretendo no existe.

Tendría que inventarlo.

Decir «amor especial» es redundante*

——

Pensar tanto mientras besas a alguien debería ser considerado traición. O tal vez, y más específicamente, besar a alguien mientras piensas en otra persona debería considerarse alta traición. No me gustaría que me lo hicieran a mí. ¿Pero qué no fue el mismo beso el que derivó mis pensamientos? De otra forma significaría que dichos pensamientos fueron espontáneos…

¿Qué es un buen beso? ¿Es aquel capaz de despertar tus más bajos instintos? ¿Aquel que te atonta? ¿Aquel que enamora? Un buen beso es aquel que te trasciende de cualquier forma. Porque lo que te trasciende te cambia poquito por dentro, te moldea.

Pueden moldearte con palabras, con premios o con castigos. Pueden moldearte a golpes o con cariño. Pueden moldearte la experiencia y el dolor, todo eso es obvio. Pero cuando un beso te trasciende es algo fuera de lo común. Quien tenga la capacidad de moldear con besos tiene algo.

——

El beso terminó.

Ninguno de los dos sabíamos exactamente por qué nos besábamos. La conversación había propiciado el clima perfecto para terminar la escena con ese beso, pero no debería ser esa una razón que convenza.

Ella estaba confundida: la habían convencido de que la espontaneidad pura no existía, provocando uno de los besos más espontáneos de su vida. Tal vez había recibido la mejor respuesta en mucho tiempo.

La verdad es que nada más fue un beso y nada más será. Ambos lo necesitaban pero sin necesitarse. Se hicieron un favor, pues. Habían sido moldeados y sería la última vez que pudieran sentirse tan cercanos (aunque eso ella no lo supiera).

¿Qué tan valioso es darte cuenta de esto,

durante el beso más largo de tu vida?

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9 Comments

  1. Rodrigo Javier Martínez marzo 28, 2013 at 1:11 pm

    «Quisiera poder ir por ti y llevarte a donde todos los flamingos reposan; no me importa que nadie entienda el verso anterior, porque contigo me sobra. El problema es que llevo queriendo hacer eso desde enero y nunca pude.»

    Brillante !!!

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  2. Anónimo marzo 28, 2013 at 3:52 pm

    Wow!! me encanto! <3 <3

    Reply
  3. Anónimo marzo 30, 2013 at 5:40 pm

    «No decir la verdad no siempre significa mentir y viceversa. En realidad, son independientes, pues mentir sólo significa engañar, y si de engañar se trata, hasta la verdad sirve».

    escribes padrísimo Iker 🙂

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  4. ikerbg marzo 31, 2013 at 3:25 pm

    Gracias! y más por tomarse el tiempo para comentar 🙂

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  5. Anónimo julio 12, 2013 at 2:59 am

    Me agrada como escribes, casi todo lo has comentado en la escuela, solo que no sé por qué es más intrigante cuando lo plasmas, prefiero leerte, supongo que es porque siento que lo cuentas solo para mi y no a una audiencia de cinco personas en la mesa

    🙂

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    1. Anónimo julio 12, 2013 at 7:17 am

      El contenido de éste comentario ha sido eliminado por su autor.

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  6. cynthia marzo 4, 2015 at 5:39 pm

    Diría yo, en serio, que eres de mis escritores anónimos favoritos. Y espero que con la modestia no te quites el derecho de que te llamen así. Total que ami nada me quita decirlo aunque nada te ganes con saberlo. Creo que hacer rimar «crepúsculo» con «gaviotas» era lo que hacía que la gente llamara a alguien un escritor a quien tomar en serio, de pronto todos fingíamos entender y sentir con eso. Tu tienes un estilo diferente y muy bueno, Igual haces sentir haciendo rimar que diciendo las cosas en seco. Este, en especial, es muy bueno. Tú, en especial, lo haces muy bien. Felicidades.

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    1. ikerbg marzo 26, 2015 at 1:04 am

      Gano mucho más de lo que crees sabiéndolo, Cynthia. Mucha gente pasa por aquí sin dejar huella, agradezco que comentes y me hagas saber que existes leyéndome de vez en cuando. Algo de eso hace que valga la pena lo demás. Muchas sonrisas 🙂

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