Hasta aquí

«Nacida en todos los sitios

en donde pongo los ojos»

— Vicente Huidobro

Aquí sentado

en el pasillo del pliegue

o bucle que trae,

uno a uno,

a tus simulacros;

 

aquí en las sombras

de la incertidumbre

de no ver más allá

de mi nariz;

 

aquí en donde las canciones

me traen tu aroma

(aun sin conocerte)

y puedo mirar a contraalmohada

e imaginarte.

 

¿Has visto la primera gota

de rocío de la mañana?

 

Dime si las fuerzas

te han dicho ese secreto,

justo antes de chocar

para traerte hasta aquí.

 

Eres tú

ese rayo de luz

del que hablaban

los semidioses.

 

¿Me escuchas?

¿Ya estás aquí cerca?

 

He crecido mi corazón

(una y otra vez)

para que quepas

y no es suficiente;

 

sigue siendo tan pequeño

si se compara contigo

o eso que llamo universo.

 

¿Que cómo lo sé?

Porque tu ausencia,

amarga y nunca dulce,

desoculta tu alta presencia.

 

¡No puedes ser de otra forma!

 

Todos estos espejos

que no son tú,

pero que se parecen.

 

Con ellos quiero hacer un monumento

que guarde lo que es tuyo,

pues todo cuanto alcanza mi vista es tuyo

y quiero dar eso siempre.

 

Y cuando enfoque en ti

lo que sienta por todo;

lucharé para que sientas el rayo

del choque de fuerzas

que en reciprocidad a las tuyas

me han traído hasta aquí.

 

Nadie te habrá visto nunca

(ni volverá a verte)

como te veré en ese momento.

 

Y sí estoy sentado

en el rincón más sensible

de tu mirada,

sólo que nunca me has visto

y eso me hace perderme.

 

¿Qué camino te traerá de regreso?

 

El corazón es un hogar

al que siempre volvemos

y éste pide que vuelvas;

 

pero también sugiere cautela,

pues no puedes llegar

ni antes ni después

de tu tiempo.

 

La paciencia es, en verdad, solitaria

o eso que hoy llamo tristeza.

Dime cómo alegrarme

o cómo es que tú te alegras,

cómo mitigas la espera.

 

Mujer, hoy el mundo está amueblado

por tu ausencia.

 

En medio de inundaciones y terremotos,

y tú sin aparecer en algún lado.

Este mundo se salvaría de sólo tenerte.

 

Quetzal serpentino,

es a ti a quien hemos esperado

desde tiempos inmemoriales.

Oh, qué miserables somos

sin tu presencia.

 

Por eso por favor dime

que ya estás aquí cerca,

pues este mundo se cae a pedazos

o quizás no, quizás sólo yo,

quizás nadie,

pero, ¿por qué habría que caer algo

para que ya vengas?

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