Tú que construiste un hogar en las profundidades de la tristeza y decidiste derribarlo para emigrar hacia otro lugar. Mujer, tú que creíste que morías y que ya no habría más de ti, renaces. Una mujer que lucha contra mil demonios y eso la hace aún más hermosa, mereces celebrarte.
Comparto con ustedes una serie de fotos que realicé a una mujer que admiro por su gran fortaleza, una mujer que continua caminado. Así la celebro.
La mujer que camina delante de su sombra.
Aquella a quien precede la luz como las aves
a las celebraciones del solsticio.
La que nada ha guardado para sí
salvo su juventud
y la piedra engarzada de las lágrimas.
Aquella que ha extendido su pelo sobre el árbol
que florece en otoño, la que es dócil
a las insinuaciones de sus hojas.
La mujer cuyas manos son las manos de un niño.
La que es visible ahora en el silencio,
la que ofrece sus ojos
al animal oscuro que mira mansamente.
La que ha estado conmigo en el principio,
la mujer que ha trazado
la forma de las cosas con el agua que oculta.
Basilio Sánchez