No hay mucho que hacer cuando llega la pregunta mayor, aquella que se queda detrás de la mente, ansiosa por ser respondida. Arrogante de gestos por saberse imposible; el aleteo de una mariposa parece minúsculo e insignificante y bien pudiese ser un recordatorio de lo efímero y maravilloso del instante. Las palabras no son suficientes para describir el soplo del viento, la luz detrás de las nubes, el polvo en los pies por las noches.
¡Cuánto sabor en las impertinencias, esos errores tan satisfactorios! Qué rico el canto de los pájaros a las 8 de la noche y qué rica la lluvia helada al caer la tarde. ¡Cuánto saber en la enredadera que se adapta rebelde a la pared! ¿Que si existe Dios? ¿Qué importa? Exista o no el sabor del café no cambia, la piel erizada por la nostalgia de una canción se mantiene, el mundo sigue vibrando dando la ilusión de girar.
Qué vacía la vida sin ayuda del amor universal, sin la presencia de la infinita y omnipotente conciencia. ¡Qué tranquilidad ser energía, qué vigor saberte electricidad! Qué santa divinidad saberte Todo… ¡y Todo, es Mucho!
Tanto de aquel Todo y no se sabe nada.
La información explota abrumante.
Estamos obligados a encontrar esa chispa adecuada;
regalamos nuestra vida buscando ese instante.
¿Cuál es la pregunta única por resolver?
¿Cuántas sobras habrá que remover?
¿Qué tan profundo escarbar?
¿Debo quedarme callada o gritar?
Pido al Universo una respuesta, ilusa.
¡Quiero por fin entender la fuerza del olvido!
Mientras tanto la Tierra sigue sonriendo en Flores
Y yo encuentro en cada brote el perdido Sentido.
Existir al parecer es no darse cuenta.
Hay que Saberse Todo y Todo es mucho.
Cuando Tú me hablas, callo y escucho;
Te siento y con cada beso mi Fe aumenta.
La Magia comienza a aplastar mi Ciencia.
Nada tiene sentido, Nada importa.
Ya no hay lugar para la ociosa tibieza.
Ya no hay excusa y el Tiempo se acorta.