El deseo nos invita a salir de nosotros mismos, nos pone en contacto con lo otro y por lo tanto con nuestro límite, pero también con nuestra posibilidad de ser. Mediante la vivencia de ese algo que falta somos capaces de entrar en contacto con lo otro, con lo que nos es ajeno y quisiéramos que nos fuera propio y también con lo que no lo será nunca. Lo otro se torna, así, en el límite de lo posible y también en el único espacio donde lograr la satisfacción del deseo.
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El deseo nos expresa en la verdad de nuestro deseo y nos pone en relación necesaria con el otro, sin el cual no habría constitución del sujeto. En este sentido el otro es no sólo mi límite sino la posibilidad de configurarme como sujeto. Sin la mirada del otro no puede haber mirada propia.
El deseo nos arroja al mundo. El deseo nos expone a la angustia y esperanza.
Texto: Del deseo como lugar del sujeto, Gonzalo Hernández Sanjorge
Te admiro tanto por tu valentía,sensibilidad y talento.
Con amor.
Luis, apenas leo esto, es muy valioso para mi. He pensando en uds, mucho amor Ale y a ti <3