Me despertó Emilia. Algo me estaba intentando decir, pero no le hice caso. Eran como las 10 de la mañana, mi cara estaba grasosa y mi boca reseca. No me dolía tanto la cabeza. Todo en su sitio, muy bien. Un día más, pensé. Después de un rato logré levantarme. Desayunamos, platicamos, recordamos… luego cada quien se fue por su lado. Lo de cada sábado…