Desde que vivo en Mérida, me he visto hipnotizada por la belleza que hay en los brotes de color, muchas veces inesperados. Saliendo de una banqueta, haciéndose camino a través de una reja o en las copas de los árboles, las flores no fallan en detener mi camino para mirarlas. Humana al fin, las quiero mías y la única manera que encuentro en la que…